martes, 4 de septiembre de 2012

Un sueño.

Mi cama ya no huele a tus palabras, sólo se escuchan ecos de lo que un día me dijiste. Las sábanas extrañan el contacto de tu voz, las lágrimas derramadas son su nueva morfina. Las llamadas de teléfono brillan por su ausencia y el dolor se hace más fuerte cada día. ¿Sabes? Puede sonar una locura, pero me enamoré de una voz que me hablaba a miles de kilómetros. Bastaron 3 años y medio año para que soñara con el y sonriera cada vez que veía un mensaje tuyo parpadeando en la pantalla. No tuve el valor suficiente para decirte lo que sentía cuando aún estaba a tiempo y ahora has desaparecido. En una ocasión te dije que te queria. Recuerdo tu sonora risa cuando me escuchaste, tus primeras palabras. Recuerdo como luché contra mi corazón forjando mil y un escudos contra el amor. No quería sufrir por otro imposible. Has roto todo lo que un día construiste con simples palabras de cariño. Y aunque no te lo haya dicho y no lo quiera admitir; cada noche doy gracias a las estrellas por ponerte en mi camino. Porque yo sé que esto no es una simple casualidad.